La
introducción generalizada de las Nuevas Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TICs) en todos los ámbitos de nuestras vidas está produciendo un
cambio significativo en nuestra manera de trabajar, de relacionarnos y de
aprender. Algunos autores llaman a este proceso “Revolución digital”.
Revolución que a diferencia de las anteriores, ha conseguido que las
transformaciones se produzcan muy rápidamente en todos los ambientes de la
sociedad.
Estos profundos cambios nos sitúan en nuevos
escenarios comunicativos, con nuevas formas de organizarse, de trabajar o incluso de divertirse. Se está conformando
una nueva Cultura Digital, que se caracteriza por la posibilidad de
acceder al conocimiento y de conectarse
con otros fuera de los límites del espacio y del tiempo.
Ante
esta situación se nos presenta una imperante reflexión acerca de cuál es el
efecto que estos cambios están produciendo en el ámbito educativo y de qué
manera la escuela logra incorporar las TICs, ya sea como medios para potenciar
los aprendizajes o como herramientas a
aprender.
Las nuevas generaciones van asimilando de manera natural esta
nueva cultura digital que se va conformando y que para nosotros conlleva muchas
veces importantes esfuerzos de formación, de adaptación y de
"desaprender" muchos saberes que ahora "se hacen de otro modo".
Los más jóvenes no tienen la experiencia
de haber vivido en una sociedad "más estática", de manera que para
ellos el cambio y el aprendizaje continuo para conocer las novedades que van
surgiendo cada día es lo normal.
La
nueva cultura digital nos impulsa a repensar las prácticas de enseñanza y las
situaciones de aprendizaje. Este es un desafío que compartimos los docentes,
los alumnos y las familias.
En
nuestros alumnos es primordial fomentar el trabajo colaborativo, estimulando la
capacidad, la creatividad y la innovación y visibilizando sus necesidades en
nuevas estrategias.
Hablamos
de un “cambio de paradigma”, de problemas educativos de “nuevo tipo”, hablamos de incorporar a las herramientas
tecnológicas como facilitadoras del
aprendizaje.
Ahí
está nuestro desafío, puesto que la inclusión de TICs en el aula cobra vida y
fuerza cuando la acompaña un buen proyecto pedagógico y la comunidad educativa
en su conjunto.